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Libertad, igualdad, fraternidad y Jazz

  • Administrador
  • 1 jun 2020
  • 6 Min. de lectura

Por: Juan Felipe Mogollón


El gigante Netflix nos presenta una nueva serie que esta vez trae un nuevo aire para la plataforma con un estilo visual y una narrativa diferente al que estamos acostumbrados a ver en las otras producciones disponibles en el extenso catálogo.


De la mano del galardonado Damien Chazelle (La la land, Whiplash) y el guionista Jack Thorne (The Last Panthers) nos presentan un drama musical ambientado en la Paris actual donde un destacado interprete de jazz retirado (tal vez no del todo), Elliot Udo (André Holland) junto a su gran amigo de aventuras Farid (Tahar Rahim) administran un club de jazz llamado “The Eddy” que no va del todo bien. Elliot es el líder y mánager de la banda homónima que es permanente del club, mientras que Farid se encarga de los asuntos administrativos del lugar. Tras un hecho turbio que marcará toda la trama, Elliot se verá envuelto en situaciones tensionantes para garantizar la subsistencia del club, la banda y la desastrosa relación con su hija, esto acompañado del drama que vive algunos de los miembros que conforman el grupo musical.

Si bien Chazelle solo dirige los dos primeros capítulos de esta serie y también se desempeña como productor de esta; da el punto de partida con su estilo ya identificable y su evidente pasión-obsesión por este género musical que ha plasmado con destreza a lo largo de su filmografía y que llevo a su máxima expresión en La la land que lo hizo poseedor de una estatuilla dorada. En estos capítulos podemos ver una clara diferenciación en el estilo visual que maneja la serie comparado con otras producciones de la plataforma, primero por el uso contante de la cámara en mano, que se puede considerar como un instrumento más, la iluminación en gran parte es natural y además los 2 capítulos fueron rodados en 16mm algo inusual en una producción de Netflix ya que sus estándares corresponden al digital con una calidad mínima de 4k.


Damien fue el único privilegiado en poder rodar con 16mm el resto de directores/as se tuvo que ceñir a los parámetros de producción de Netflix, pese a que se siente el cambio a digital entre capítulos no se pierde este aspecto dinámico e improvisado en la imagen (algo digno del jazz) que Chazelle y el director de fotografía Eric Gautier plantearon desde el principio.

La serie tiene dos aspectos que son evidentes desde el primer momento en que se empieza a ver, el primero es el apartado estético bien tratado y el segundo la música, el diseño sonoro y la composición de los diferentes temas que podemos escuchar a lo largo de los 8 capítulos es impecable, parece obvio pero cada detalle de la pieza musical, cada instrumento es cuidado y bien desarrollado por los intérpretes, es de lo más disfrutable de esta miniserie, para los amantes del jazz será un deleite y aquellos que no son muy conocedores serán introducidos a este mundo.

Sin embargo, esta serie es rica en temáticas sociales, culturales y relacionales poco exploradas en producciones de este tipo, si bien no es una serie 100% francesa, ya que se manejan dos lenguas, inglés y Frances, y la mayoría de los personajes tienen diferentes procedencias, esto responde al lema de la república francesa desde la revolución, “Liberté, Égalité, Fraternité”- Libertad, igualdad, fraternidad.


La libertad que se nos es planteada parte del poder liberador de la música, la trama en la mayor parte de la serie esta cargada de peripecias y situaciones realmente tensionantes para cada uno de los personajes, constantemente se ven afectados por el entorno en el que están, por sus relaciones afectivas o por aquello que desconocen pero que directa o indirectamente les esta afectando. Solo en los momentos donde la música está presente ya sea una presentación en el escenario del The Eddy, en una tocata en una boda, en la calle o en cualquier lugar donde se interpreta el jazz y sus variantes, hay una verdadera sensación de liberación de los problemas y las difíciles circunstancias las cuales cada uno de los personajes tiene que afrontar, todo queda atrás cuando empieza ese bello caos entre instrumentos que forman una pieza musical, una libertad que trae paz y que en algunos casos el espectador agradece al estar todo el tiempo viendo como el panorama empeora para los personajes.



La igualdad esta presente en todo momento, ya que tenemos toda una diversidad de personajes que son de diferente raza, nacionalidad, religión y orientación sexual, no están allí como un fin inclusivo que atraiga a varios sectores de espectadores, la serie NO trata problemáticas raciales o de género, En realidad explora las diferentes costumbres y realidades de vida que acoge la ciudad multicultural. La cultura afro está siempre presente desde Elliot el protagonista a un sin número de personajes realmente importantes para la trama. Hay una fuerte presencia del islam como religión, que no solo se muestra como algunos personajes la profesan, también nos podemos adentrar en toda una comunidad de migrantes musulmanes establecidos en la capital francesa, profundizamos en sus creencias y rituales que se abarcan desde la muerte, incluso todo un capitulo gira entorno a personajes que hacen parte de esta comunidad. Por supuesto que se muestra una aceptación y buena convivencia entre toda la diversidad presentada en la serie es una característica de esta.



La Fraternidad se ve en las estrechas relaciones que forjan cada uno de los personajes y es un eje fundamental en el desarrollo de la serie, incluso la serie parte de la perdida de una estrecha hermandad que afecta al protagonista a su familia, amigos y allegados y cambia drásticamente el desarrollo de la historia. Constantemente podemos percibir que los integrantes de la banda no pretenden ser estrellas individualistas, al contrario, cada uno tiene cuidado del otro y se consideran a si mismos como una familia que necesita permanecer unida para afrontar los tiempos turbios que atraviesan, los conflictos más fuertes que vemos en la serie son los relacionales ya que si bien se nos plantea un antagonista principal el cual carece de fuerza y presencia a lo largo de la historia, las verdaderas tensiones parten de una serie de problemas que tiene que ver con relaciones destruidas o en constante conflicto ya sea por el pasado o por actitudes que constantemente generan discusiones y distanciamientos, esto lleva al límite a los personajes y es en este momento donde los lazos de unión son más latentes y el amor se antepone al egoísmo, la confianza ante la mentira, la empatía ante la perdida. La fraternidad entre todos estos personajes y como tienen que lidiar con las diferentes relaciones es lo que cautiva en la serie, nos hace empatizar con cada uno de los personajes que son bastante humanos y que tienen dificultades no muy lejanas a la realidad que muchos viven el día a día.



Todos estos aspectos hacen de The Eddy una miniserie muy particular, claro está que también hay varios aspectos los cuales no están del todo bien, pero son pecados que tienen que tomar al ser parte del fenómeno “Maratón” que plantea Netflix en la mayoría de sus producciones, con esto me refiero a que casi siempre plantean sus producciones con una gran cantidad de capítulos de larga duración con demasiadas temporadas para exprimir lo que más se pueda la historia por un largo tiempo, con tantas opciones en su catálogo creo que podrían prescindir de esto, debido a que en algunas ocasiones como en The Eddy extender la historia forzadamente para tener más tiempo en pantalla lo único que hace es estropear la narrativa mostrando de más que no aporta nada o dejando vacíos argumentales grandísimos para una próxima temporada que bien podrían darle espacio en los capítulos disponibles, porque una historia como esta no esta planteada para tener una larga vida, pero les adelanto que Netflix recae en el mismo error y deja un mal sabor de boca al tratarse de una serie tan especial. Otra cosa muy floja en la serie es el antagonista, en pocas ocasiones o casi en ningún momento lo vemos como una amenaza real para nuestros personajes al contrario es un hampón de muy buen porte que es comprensivo y allegado a sus víctimas que pretende “hostigar”, pero realmente se teme más por las reacciones impulsivas y autodestructivas del personaje principal que de este maleante con una maldad enternecedora, pero es comprensible este problema ya que no nos permitieron ver del todo el desarrollo de este personaje y sus artimañas y ya sabemos porque.

The Eddy una miniserie cargada de mucho Jazz, cultura y relaciones está disponible con sus 8 capítulos cada uno con una duración aproximada de una hora por la plataforma de Netflix.

 
 
 

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